Eran casi las 10 de la mañana cuando en el colegio aparecieron primero las zarigüeyas y luego el lagarto overo; siguieron el gavilán mixto, la tortuga de laguna y la garcita. Así comenzaba el espacio de trabajo en torno a la sostenibilidad: con el reconocimiento de las especies que conviven con los seres humanos en el territorio que habitamos.
A partir de allí, se analizaron los diferentes tipos de residuos, cuáles son biodegradables y porqué. Los buscamos en nuestra vida cotidiana y nos asomamos para comprender cómo impactan en la vida de nuestros vecinos de otras especies.
Luego repasamos la historia del tratamiento de los residuos y también nos enfocamos en las características del territorio en el que vivimos, junto con los arroyos escondidos, la cantidad de residuos que transportan y el riesgo de que lleguen al mar.
Finalmente, nos hicimos preguntas simples como: ¿A dónde van a parar los globos que soltamos? ¿Qué consecuencias tiene dejar caer un papel en la calle y no levantarlo?
“La naturaleza nos da todo lo que necesitamos, lo único que tenemos que hacer es darle amor y protegerla,” concluyó Tamara Rolla junto con todos los participantes del espacio.
Compartir y Creo por la sostenibilidad
Esta acción se dio en el marco del sorteo sustentable para familias de Compartir y Creo en Argentina, en el que también hubo premios para el colegio de los ganadores.
Tanto Compartir como Creo, de la mano de Santillana, están comprometidos con los objetivos de desarrollo sostenible porque invertir en una educación que incluya el respeto y el cuidado a de las personas del planeta es invertir en un futuro mejor.
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